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En el Instituto, 18 de diciembre, alumn@s y profesores hemos realizado el acto reivindicativo en memoria de Laura Luelmo y en repulsa por su muerte violenta. Allí, en el patio, mirando un triste cielo azulado, mi pensamiento estaba con ella.
No tengo respuestas para casi nada y sin embargo tengo preguntas para casi todo (Groucho)
> DIBUJO de Laura Luelmo en su Twitter de 8-marzo-2018 (clikar) <
En el Instituto, 18 de diciembre, alumn@s y profesores hemos realizado el acto reivindicativo en memoria de Laura Luelmo y en repulsa por su muerte violenta. Allí, en el patio, mirando un triste cielo azulado, mi pensamiento estaba con ella.
Después,
mientras regresaba al Departamento, pensé en este injusto acontecimiento social
que nos mueve a manifestarnos, sabiendo que ya hay leyes que dictan que “la
mujer y el hombre son iguales ante la ley” (artº 4 de la Constitución mexicana
y artº 14 de nuestra Constitución p.ej.)
Sin embargo, frente a esta idealidad legal, la realidad cotidiana es patente: las sociedades paternalistas y las religiones monoteístas mayoritarias (cristianismo e islamismo) han favorecido siempre el punto de vista masculino en el devenir vital. Y, ¡cuidado!, que estamos hablando de tres cuartas partes de la población mundial.
De ahí, que muchos varones “simples y básicos”, mal educados en estos cánones trasnochados y falsos (inculcados toscamente a veces por padres tradicionales), apliquen la violencia como argumento defensivo si este barómetro moral no es aceptado por la mujer.
De ahí, que muchos de estos varones “descerebrados” usen como excusa argumentos tan necios como “Me encapriche de Ella”, “Es que van provocando”, “Si va así es porque busca guerra”… o que maquillen cobardemente su culpabilidad atribuyéndolo a las drogas o al alcohol.
De ahí, también, sin entrar en disquisiciones científicas, que muchos chismólogos profesionales comenten sobre el asesino en cuestión estupideces como “Es que su raza es violenta" (apellido Montoya), "Es que tenía rostro de sádico” (lucifer), “Es que fue maltratado desde niño”, “Es que ya era reincidente y no tenía que estar en la calle”, etcétera…
Y esta es la razón, ante este desajuste y esta masacre de género, que aparezcan decenas de campañas como Tarjeta roja al maltratador, “Me too” (yo también), “Time’s up” (el tiempo se acabó), Hay salida, “Ni una menos”, “¡Basta ya!”, “Nos queremos vivas”, “Correr sin miedo y no correr por miedo”, etcétera… cuya finalidad es igualar la idealidad legislada y la triste realidad.
Y con ese cambio estaba de acuerdo Laura, colega de profesión, que no quería tener miedo a energúmenos como B. Montoya, un nini machista, agresivo y asesino que campaba impunemente por la vida de forma anónima.
Sirvan las penúltimas y acertadas palabras de esta joven colega de plástica como colofón a mi comentario: “Te enseñan a no ir sola por sitios oscuros en vez de enseñar a los monstruos a no serlo. ESE es el problema”.
Siempre en el recuerdo, Laura.Sin embargo, frente a esta idealidad legal, la realidad cotidiana es patente: las sociedades paternalistas y las religiones monoteístas mayoritarias (cristianismo e islamismo) han favorecido siempre el punto de vista masculino en el devenir vital. Y, ¡cuidado!, que estamos hablando de tres cuartas partes de la población mundial.
De ahí, que muchos varones “simples y básicos”, mal educados en estos cánones trasnochados y falsos (inculcados toscamente a veces por padres tradicionales), apliquen la violencia como argumento defensivo si este barómetro moral no es aceptado por la mujer.
De ahí, que muchos de estos varones “descerebrados” usen como excusa argumentos tan necios como “Me encapriche de Ella”, “Es que van provocando”, “Si va así es porque busca guerra”… o que maquillen cobardemente su culpabilidad atribuyéndolo a las drogas o al alcohol.
De ahí, también, sin entrar en disquisiciones científicas, que muchos chismólogos profesionales comenten sobre el asesino en cuestión estupideces como “Es que su raza es violenta" (apellido Montoya), "Es que tenía rostro de sádico” (lucifer), “Es que fue maltratado desde niño”, “Es que ya era reincidente y no tenía que estar en la calle”, etcétera…
Y esta es la razón, ante este desajuste y esta masacre de género, que aparezcan decenas de campañas como Tarjeta roja al maltratador, “Me too” (yo también), “Time’s up” (el tiempo se acabó), Hay salida, “Ni una menos”, “¡Basta ya!”, “Nos queremos vivas”, “Correr sin miedo y no correr por miedo”, etcétera… cuya finalidad es igualar la idealidad legislada y la triste realidad.
Y con ese cambio estaba de acuerdo Laura, colega de profesión, que no quería tener miedo a energúmenos como B. Montoya, un nini machista, agresivo y asesino que campaba impunemente por la vida de forma anónima.
Sirvan las penúltimas y acertadas palabras de esta joven colega de plástica como colofón a mi comentario: “Te enseñan a no ir sola por sitios oscuros en vez de enseñar a los monstruos a no serlo. ESE es el problema”.
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