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El secreto de la vida es la honestidad y el juego limpio... (Groucho)
Extrañamente hoy me he levantado antes de que sonara mi alarma de las 9:09. Concretamente eran las 8:24 horas y he pensado en mi antiguo horario laboral. Según eso, ya estaría en clase esperando a mis alumnos.
Ciertamente la vida cambia cuando te jubilas. Tienes tiempo para solazarte entre las sábanas, entre otras cosas. Pero no es el caso, ya que me he servido el desayuno. Eso sí, con mucha tranquilidad y pensando que en ese momento, en otro tiempo, estaría hablando de gramática o de literatura.
Ir al instituto era una obligación. Ahora es una ocasión para visitar a antiguos compañeros y discípulos. La verdad es que me alegra cuando voy y los vuelvo a ver. Y más si la alegría es recíproca, como así ha sido en las contadas ocasiones en que he vuelto a ir al centro escolar.
En verdad, desde que me jubilé el pasado 11 de setiembre, no echo de menos las obligaciones de mi trabajo. En todo caso, en ocasiones, echo de menos a algunas personas. Y claro, en esos momentos, vuelven los recuerdos y cierta nostalgia. Aunque jamás regresa la necesidad de volver atrás. He llegado a un punto en que me siento bien, tranquilo y satisfecho.
Hoy, como ayer y otros días, me dedicaré a escribir un rato. Sin pretensiones, algún poema o alguna prosa, dependiendo de cómo llegue la inspiración. En el horizonte, la publicación en alguno de mis blogs (proverMíos o miniGrafías). Y más adelante, en las horas que siguen, de lunes a jueves, los quehaceres diarios de un viudo con un hijo en casa y otro trabajando algo más lejos.
Así de sencillo.
Extrañamente hoy me he levantado antes de que sonara mi alarma de las 9:09. Concretamente eran las 8:24 horas y he pensado en mi antiguo horario laboral. Según eso, ya estaría en clase esperando a mis alumnos.
Ciertamente la vida cambia cuando te jubilas. Tienes tiempo para solazarte entre las sábanas, entre otras cosas. Pero no es el caso, ya que me he servido el desayuno. Eso sí, con mucha tranquilidad y pensando que en ese momento, en otro tiempo, estaría hablando de gramática o de literatura.
Ir al instituto era una obligación. Ahora es una ocasión para visitar a antiguos compañeros y discípulos. La verdad es que me alegra cuando voy y los vuelvo a ver. Y más si la alegría es recíproca, como así ha sido en las contadas ocasiones en que he vuelto a ir al centro escolar.
En verdad, desde que me jubilé el pasado 11 de setiembre, no echo de menos las obligaciones de mi trabajo. En todo caso, en ocasiones, echo de menos a algunas personas. Y claro, en esos momentos, vuelven los recuerdos y cierta nostalgia. Aunque jamás regresa la necesidad de volver atrás. He llegado a un punto en que me siento bien, tranquilo y satisfecho.
Hoy, como ayer y otros días, me dedicaré a escribir un rato. Sin pretensiones, algún poema o alguna prosa, dependiendo de cómo llegue la inspiración. En el horizonte, la publicación en alguno de mis blogs (proverMíos o miniGrafías). Y más adelante, en las horas que siguen, de lunes a jueves, los quehaceres diarios de un viudo con un hijo en casa y otro trabajando algo más lejos.
Así de sencillo.
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